«A los que les ha cabido en suerte tener una fe tan preciosa (…). Poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor». (1ª S. Pedro 1, 1-7)
La formación cristiana es un “continuo proceso personal de maduración en la fe y de configuración con Cristo, según la voluntad del Padre, con la guía del Espíritu Santo”. (Sínodo sobre la vocación y misión de los laicos, Propositio 40 – cfr. Juan Pablo II, Christefideles laici nº 57)
«La formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión». (Juan Pablo II. Christifideles laici, nº 58)
